martes, 9 de octubre de 2012

Cronología a sabiendas de una victoria anunciada



El día domingo 7 de octubre no era un día más, era el día en el que (desde mi punto de vista) nos jugábamos la patria, cuando me levanté muy temprano en la mañana para ir a votar estaba consiente de la gran responsabilidad que recaía sobre mis hombros, al igual que asistir al cierre de campaña del candidato Hugo Chávez, era primordial depositar mi voto en las urnas, mi conciencia y responsabilidad lo pedían.

Luego de vestirme, el objeto más preciado era mi cédula laminada, en el sector en el que vivo, ha ganado la derecha históricamente, sabía que me enfrentaría a soportar vejámenes, improperios ofensas y vilipendios de todas y todos los que me encontraría en la cola, entre ellas y ellos amigas, amigos de toda una vida.

Al llegar al sitio a las 5 de la mañana, ya había electores en la cola, como era de esperarse ya los grupos conversaban en voz alta, por supuesto como imaginaba, solo se escuchaba sobre la ignorancia de los revolucionarios, de como era posible que no viéramos que nada servía, que todo era una porquería, que nuestros hijos van directamente al infierno, etc, etc, etc.

Estoicamente los que fuimos a votar por mantener y profundizar el socialismo, aguantamos, y a sabiendas que éramos un granito de arena en ese mar opositor del sur - oeste, siempre supimos que sumariamos a nuestra causa e ideales.

Sabíamos que ganaríamos, las concentraciones lo decían, las encuestas, la dirigencia, nuestros compas de marcha, el Consejo Comunal  lo comentaba, pero sin embargo, no fue si no hasta el momento en que Tibisay Lucena dio los resultados que la explosión de júbilo floreció en mi y en mis allegados, esposa,  hijos, familiares y amigos que esperábamos con impaciencia eso que terminó de afirmar lo que ya sabíamos en nuestra alma y corazón.

Sin embargo mi felicidad significó la tristeza de otras y otros, personas que aprecio y quiero estaban acongojadas, apesadumbradas y en algunos casos molestas. Totalmente entendible ya que el ser revolucionario me ha enseñado a colocarme en el lugar de la otra y del otro, me identifiqué pensando como me sentiría si el resultado me hubiese sido adverso. Mi celebración fue corta, unos pequeños gritos de alegría, un brindis,  y a escuchar al Comandante Chávez por Televisión. Como comunicador, ya había cubierto todo el día periodísticamente el evento, ese final  en el balcón del Pueblo lo deje al sistema de medios públicos, con mayor cobertura y receptividad que mi modesta página web y blog.  Más tarde, no escribí nada en Facebook, ni en twitter, ni por el teléfono, solo dormí con una inmensa alegría de saber que mis hijos tendrían la Patria por la que siempre he luchado.

Al despertar el día lunes fue verdaderamente terrible lo que vi en mensajes de Facebook, twitter  y teléfonos, un mar de adjetivos a todas y todos los que no creímos ni apoyamos a Capriles, nos califican de ignorantes, malandros, marginales, y de vivir arrodillados (semejante analogía), todo esto solo porque no ganó la opción de la derecha. 

Ahora, ¿será posible que estas ciudadanas y ciudadanos  que apoyaban a Radonski, sean capaces de colocarse en el lugar del otro?, no solamente es verdad que evitan hacerlo, sino que es allí donde radica esencialmente su derrota. Pensar que por seguir ideales distintos, no queremos mayor seguridad, viviendas dignas para todas y todos, mejor seguridad personal, salud digna y de calidad, mejores vías de comunicación, mejor educación, oportunidades profesionales en igualdad, mejores instalaciones escolares, transporte público excelente, etc., es algo que parece salido de una mente ofuscada y fuera de cordura.

El no ponerse en los zapatos del otro es lo que los conlleva ineludiblemente a la derrota de la oposición, no entienden que los que creemos en el Presidente Chávez no queremos que eliminen las misiones, los Centros Diagnósticos de Salud (CDI), las escuelas Bolivarianas, ni la inversión social.  Nos negamos a entregar las instituciones del Estado a los dueños de los grandes consorcios, a designar ministros que son  gerentes de empresas transnacionales,  ni a dueños de bancos como presidentes del Banco Central de Venezuela.

Los que creemos en el socialismo no vivimos de rodillas, estamos rodilla en tierra defendiendo nuestros ideales. La oposición también lo hace, ya que en el devenir del tiempo han estado en pie de lucha, hablo de aquellas y aquellos verdaderos opositores (que los hay), no  de la dirigencia que pretende entregar el país a intereses foráneos y privados.

¿Esta era la inclusión, la unidad,  la paz y el sosiego que gritaban las opositoras y los opositores en el caso de ganar las elecciones?, con estos mensajes peyorativos y denigrantes al pueblo que cree en el socialismo encabezado por el Presidente Chávez, los opositores que los ejecutan, le demuestran la verdadera cara del fascismo que representan, el profundo desprecio que sienten por los negros, morenos, indios y por toda y todo aquel que no ingrese dentro de su estatus academicista, que les permite auto erigirse como los intelectuales del país y dueños de la verdad.

Hoy ya es martes, no he conversado con mis amigas y amigos opositores, espero que podamos seguir congeniando en otras temáticas de la vida,  para mi siguen siendo mis querencias, mis recuerdos de infancia, mis metidas de pata de adolescente, consejos valiosos en mi andar de vida.
 En esta batalla ideológica ganó la mayoría socialista, ese es el juego democrático, pero eso no debe alterar el amor y el cariño que sentimos por nuestros semejantes y más aun si han significado mucho en nuestras vidas.

Este es un llamado a la paz entre  hermanas y hermanos, todas y todos somos de la patria de Simón Bolívar, tenemos la dicha de ser venezolanas y venezolanos, de compartir las mismas raíces, sigamos adelante batallando, cada quien y cada cual con su ideología, pero siempre buscando una Venezuela mejor.

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